Un nuevo post, dedicado a uno de los temas más comunes actualmente, la ansiedad.
No se puede negar que nos guste o no, desgraciadamente vivimos en un mundo donde la apariencia tiene mucho que decir: esto justifica el éxito de las clínicas de cirugía estética, el problema que supone la aparición de diversas arrugas, entre ellas, el surco nasogeniano, los intentos por evitar la caída del pelo, o el injerto capilar cuando la calvicie ha hecho acto de presencia,
A estas cuestiones de orden estético, hay que añadirle la obligatoriedad de ser productivos al 100%, recurriendo a sustancias que favorezcan la concentración y la memoria, los conocidos como nootrópicos.
Si esta necesidad de ser el mejor la llevamos al ámbito laboral, el mal ambiente está asegurado y ya aparecen los comportamientos tóxicos, que influyen de manera decisiva en el bienestar de la persona.
Hasta aquí suponemos que todo el mundo está muy sano, no hay patologías que puedan afectar seriamente a la salud, como enfermedades hepáticas, enfermedades renales, procesos oncológicos, familiares recibiendo cuidados paliativos o un sinfín de problemas y patologías que inciden en la calidad de vida de la persona.
¿Y qué ocurre?. Pues que con este auténtico sin vivir, no es frecuente que aparezca el estrés, que si no se gestiona adecuadamente, derivará en ansiedad, depresión u otras alteraciones del estado anímico.
Ir al médico de cabecera y contarle que se tienen dificultades para dormir, la tensión por las nubes, el estómago fatal, implica que en muchos casos este diagnostique un cuadro de ansiedad y recomiende ejercicio físico y algún tranquilizante o similar, que dicho sea de paso son medicamentos malísimos, crean adicción y dejan a quien se los toma con la boca abierta todo el día.
Ante este cuadro, es más que probable que la persona que sufre ansiedad, tome a lo sumo una pastilla y puesto que previamente se ha leído el prospecto donde aparecen los efectos adversos, y los ha sufrido absolutamente todos, pues dice que la medicación para el médico, con lo cual deja de tomarla.
Por supuesto, de cara a la galería, esa persona difícilmente reconocerá que tiene ansiedad, ha ido al médico, … No, esas cosas no se cuentan, que luego los demás piensan que «estoy viendo visiones».
Es obvio que cualquier enfermedad, sea del tipo que sea, si se deja a su libre albedrío, empeora. Esto es válido para todas las patologías (mentales, físicas, ….).
Afortunadamente, en la actualidad se dispone de una nueva opción terapéutica, que sin ser un medicamento, parece estar dando resultado en ciertas patologías. Esa opción es la denominada, neuromodulación.
Pues bien, en este post veremos qué resultados terapéuticos se obtienen al aplicar esta terapia para combatir la ansiedad.
Explicado ya el panorama, va siendo hora de «entrar en harina» y abordar este tema con más detalle.
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es un mecanismo natural que permite poner a la persona alerta ante sucesos comprometidos.
Hasta un cierto punto tiene un carácter beneficioso pues proporciona un componente de precaución ante situaciones de peligro, favoreciendo la concentración y el afrontamiento de los retos existentes.
Dicha ansiedad incluye una serie de reacciones fisiológicas destinadas a favorecer la supervivencia. La persona siente la agitación propia de estar frente a un peligro.
Esta situación se produce porque cuando el cerebro detecta una situación de peligro, se producen una serie de cambios en una zona concreta del mismo, conocida como amígdala (ver infografía), que permite que el organismo responda de la mejor manera posible, aumentando las posibilidades de supervivencia.
Estos cambios preparan al organismo para HUIR o LUCHAR.
La ansiedad deja de tener este efecto beneficioso, cuando la reacción es desproporcionada frente a ese «supuesto peligro», o incluso, esta reacción se pone en marcha sin que exista ningún riesgo.
Cuando este ocurre, la persona afectada, se paraliza, experimentando una sensación de indefensión, que se traduce en un deterioro a nivel fisiológico, y también psicosocial.
Puede considerarse que la ansiedad es relativamente leve y transitoria cuando está causada por un evento estresante. Ahora bien, se habla de trastorno de ansiedad, cuando el cuadro dura un mínimo de 6 meses, y si no se pone tratamiento, obviamente, empeora.
Mecanismos implicados en la ansiedad
Como ya se ha comentado, en una situación de ansiedad, se producen determinados cambios en zonas concretas del cerebro y en los niveles de determinados neurotransmisores.
A nivel cerebral, las principales zonas implicadas son la amígdala y el hipocampo, siendo la primera la relacionada con la supervivencia y el miedo.

La ansiedad crónica afecta a una zona fundamental del cerebro, el córtex prefrontal, el cual entre sus numerosas funciones se encarga de regular las emociones. Dicha estructura experimenta un daño en su funcionamiento cuando la persona sufre una ansiedad crónica.
El resultado de esta situación es una activación continua de la amígdala, que procesa cualquier estímulo, como una amenaza.
Bajo estas condiciones, la corteza prefrontal está por debajo de sus niveles normales de activación, lo que se traduce en un inadecuado procesamiento de las emociones, con predominio de pensamientos negativos y repetitivos
(técnicamente conocidos como rumiación), que generan mayor sensación de malestar y, en definitiva, estableciéndose un bucle del que no es fácil salir
.
Para comprender todos los síntomas y el malestar que sufre la persona aquejada de ansiedad, es importante también saber qué neurotransmisor se ve afectado.
Los neurotransmisores son las sustancias químicas que usan las neuronas para comunicarse entre sí, y conseguir que finalmente las «órdenes» del sistema nervioso lleguen a sus respectivos órganos diana.
Existen diferentes tipos de tales compuestos, siendo sus funciones también distintas.
Con relación al neurotransmisor que se ve alterado en la ansiedad, este tema no está muy claro.
Cuando se regula el nivel de ansiedad, la serotonina es un neurotransmisor implicado en el control de la ira, en los cambios de humor, etc.
Los estudios han demostrado que la dopamina también está implicada en la forma de comportamiento que caracteriza a la ansiedad. Aunque este neurotransmisor está ligado al placer, se ha comprobado que a veces el miedo se relaciona con los niveles de esta sustancia.
Como conclusión puede decirse que serotonina y dopamina son neurotransmisores que afectan al bienestar general del sujeto. Por ello, una rutina diaria de ejercicio, alimentación adecuada y meditación, ayudan a equilibrar los neurotransmisores.
¿Cuáles son las consecuencias de la ansiedad a largo plazo?
La ansiedad crónica genera efectos dañinos sobre el organismo, los cuales afectan a la esfera psicológica y a la esfera física.
Tratamiento de la ansiedad
En lo referente al tratamiento de la ansiedad, este se basa en el empleo conjunto de psicoterapia y psicofármacos.
Respecto a los psicofármacos usados para tratar la ansiedad, normalmente suelen usarse antidepresivos a dosis más altas que las empleadas para combatir la depresión, y benzodiacepinas, las cuales tienen un efecto más rápido, pero se asocian a importantes efectos secundarios, cuando se toman durante un período prolongado de tiempo.
Por esta razón se han probado nuevas terapias.
Concretamente durante el presente año, se ha patentado una bacteria intestinal para tratar la depresión y la ansiedad.
Además de estas innovaciones que se basan en la conexión intestino-cerebro como protectora de la salud mental, hay otras terapias que se están usando para otras patologías.
En concreto, nos referimos a la neuromodulación, la cual está siendo usada para tratar cuadros que cursan con dolor crónico.
Seguidamente, se analiza la utilidad de la neuromodulación para la ansiedad.
¿Qué es la neuromodulación?
La neuromodulación es una técnica terapéutica que conlleva la aplicación de estímulos, bien eléctricos, químicos o magnéticos, con el fin de modular la actividad de circuitos neuronales concretos, y así tratar diversas condiciones médicas.
Para entender el funcionamiento de la neuromodulación, hay que tener claro el mecanismo de la conducción nerviosa.
La citada neuromodulación habitualmente se efectúa mediante:
- Estimulación eléctrica.
Puede lograrse con dispositivos médicos implantados en el organismo o externos, que envían impulsos eléctricos de baja intensidad a zonas concretas del sistema nervioso, para regular la actividad de las neuronas, ya sea bloqueando señales o restaurando funciones perdidas.
- Administración de medicamentos.
Estos fármacos actúan sobre el funcionamiento del sistema nervioso, interfiriendo el normal comportamiento de los neurotransmisores, bien a nivel de cerebro o bien de médula espinal, modificando así la actividad neuronal, siendo útiles por tanto, para tratar diversas enfermedades.
En la actualidad, la neuromodulación está siendo utilizada para tratar enfermedades neurológicas y patologías psiquiátricas.
¿Qué tipos de neuromodulación existen?
Con objeto de modular la actividad del sistema nervioso, que es la finalidad de la neuromodulación, existen diferentes métodos, unos tienen carácter invasivo y otros no.
Se distinguen los siguientes tipos de neuromodulación:
Estimulación cerebral profunda
Es una técnica invasiva que se basa en un procedimiento quirúrgico mediante el cual se implantan electrodos en zonas concretas del cerebro.
Dichos electrodos generan impulsos eléctricos de baja intensidad, que actúan modulando la actividad neurológica, siendo de utilidad en cuadros tales como la distonía, el temblor esencial o la enfermedad de Parkinson.
Estimulación del nervio vago
Este es otro tipo de neuromodulación, que emplea una técnica invasiva, mediante la cual se implanta un dispositivo para estimular el nervio vago con impulsos eléctricos. Dicho dispositivo se implanta en el cuello.
Esta técnica está indicada en el tratamiento de la epilepsia y de la depresión resistente al tratamiento.
Estimulación de la médula espinal
Otra modalidad de neuromodulación, basada en una cirugía que permite la colocación de electrodos en distintas zonas corporales, con la finalidad de enviar estímulos eléctricos a la médula espinal. Obviamente es un procedimiento invasivo.
Sus indicaciones son el tratamiento del dolor crónico neuropático, en cuadros tales como la neuralgia del trigémino o el dolor de espalda crónico. Es una técnica segura en este tipo de dolor, que permite reducir el consumo de fármacos.
Estimulación del nervio periférico
Esta modalidad de neuromodulación permite aplicar estímulos eléctricos a nervios periféricos; el nervio elegido depende del problema de salud que se vaya a tratar.
Puesto que se modula un nervio periférico concreto, permite controlar el síntoma o alteración asociado a dicho nervio.
La técnica se basa en la colocación de electrodos próximos a los nervios periféricos implicados, los cuales emiten impulsos eléctricos que controlan diferentes señales transmitidas por esos nervios.
Esta técnica puede tener carácter invasivo o no, dependiendo del enfoque que se le de.
- Si es necesaria una cirugía para colocar unos electrodos dentro del cuerpo, en las proximidades de un determinado nervio periférico, será un procedimiento invasivo.
- En otros casos, los estímulos eléctricos son aplicados a través de la piel, empleando lo que se conoce como estimulación eléctrica transcutánea; es por tanto un procedimiento no invasivo.
Estimulación magnética transcraneal repetitiva
Este otro tipo de neuromodulación tiene carácter no invasivo, y se basa en la creación de campos magnéticos usando los dispositivos apropiados, los cuales estimulan las neuronas de determinadas zonas del cerebro.
Está indicada en el tratamiento de cuadros neuropsiquiátricos, incluyendo depresión resistente y trastornos obsesivo-compulsivos, entre otros.
Estimulación eléctrica transcraneal directa
Este tipo de neuromodulación tiene carácter no invasivo y se basa en la generación de una corriente eléctrica de bajo nivel, que estimula zonas concretas del cerebro. Se utilizan electrodos situados en el cuero cabelludo, que influyen en la excitabilidad de las zonas de la zona estimulada.
Su utilidad incluye diversos trastornos neuropsiquiátricos, neuromotores, dolor crónico y fibromialgia, entre otros.
¿Qué utilidad puede tener la neuromodulación para tratar la ansiedad?
Actualmente, en diferentes centros sanitarios se están utilizando técnicas de neuromodulación, en concreto la estimulación magnética transcraneal repetitiva y la estimulación transcraneal por corriente eléctrica directa, las cuales han sido aprobadas por las agencias de medicamentos americana y europea.
Tales técnicas se están empleando para tratar cuadros psiquiátricos de diverso tipo, entre los que se incluye la ansiedad crónica.
Es importante recordar que ambas técnicas comparten su carácter no invasivo e indoloro.
Como ya se ha mencionado, los campos magnéticos y las corrientes eléctricas, según la técnica utilizada, están consiguiendo modificar la actividad neuronal de diferentes zonas del cerebro.
Los resultados actuales indican que son útiles en cuadros de insomnio, dolor crónico, síntomas de la enfermedad de Parkinson, cefalea, depresión y ansiedad crónica, entre otras patologías.
Conviene mencionar su eficacia en cuadros resistentes a fármacos, siendo una opción terapéutica no farmacológica.
Es importante señalar ciertos procesos patológicos, tales como la ansiedad crónica o la depresión, los cuales no solo generan un intenso sufrimiento en quien los padece, sino que también chocan con la incomprensión y el estigma que pesa sobre las enfermedades mentales; estas enfermedades se asocian a cambios sustanciales en las distintas esferas vitales de la persona afectada.
El empleo de estas opciones terapéuticas, frecuentemente usadas por equipos multidisciplinares (psiquiatras, neurólgos, neurofisiólogos), ha demostrado notables mejorías en pacientes afectados por las patologías que se acaban de mencionar.
La duración del tratamiento oscila entre 5 y 40 minutos, tiendo siempre un carácter individualizado como cualquier terapia.
Normalmente la ansiedad crónica, la depresión y otros cuadros de dolor crónico, implican sufrimiento físico y emocional, a lo que hay que unir que no es raro que el enfermo haya hecho ya la correspondiente romería visitando distintos especialistas.
La utilización de la neuromodulación, en un contexto de técnicas no invasivas e indoloras, supone para muchos enfermos cansados y hastiados, un soplo de aire fresco que les permite soñar con recuperar la salud que un día perdieron.
Sin embargo, conviene remarcar que la neuromodulación en el tratamiento de la ansiedad crónica u otras patologías, funciona muy bien en unos pacientes, mientras que en otros es otra terapia más que han probado.
En definitiva, cualquier terapia por muy prometedora que sea, habrá de valorarse de forma individualizada, sabiendo que hay enfermos en los que va bien, y otros en los que no.
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